9/25/2011

EL PROYECTO ARCA

En cierta ocasión hizo Dios llamar al cielo al Rey de un país, “No voy a darle mayores detalles” - Le dijo - “pero necesito que hagas construir, en un plazo de un mes, un arca bien grande”.

El Rey regresó a su palacio y le contó a un amigo la orden que le había dado Dios. “No te preocupes” -le contestó su amigo - “al otro lado de las montañas vive un viejo fabricante de arcas. El te solucionará el problema”.

El viejo fue llamado entonces al palacio del Rey le mandó fabricar el arca más grande de que fuese capaz. El anciano recibió la orden taciturno y regresó a su taller donde, por generaciones, se habían construido las mejores arcas del reino.

Pero uno de los sabios del Consejo Real encontró conveniente aconsejar al Rey al respecto. “Majestad - le dijo - “si se trata de la voluntad de Dios, me parece imprudente adjudicar al viejito la construcción del Arca. Su técnica es artesanal y está superada ampliamente por el Know-how moderno. Le recomiendo organizar un grupo de trabajo interdisciplinario e intersectorial que coordine el Proyarca, como podríamos denominar el Proyecto”.

A los quince días, el viejito ya tenía lista la madera, pero los técnicos dudaron de su calidad. Por tal motivo, recomendaron al Rey crear una compañía que investigase los bosques del Reino y se encargase del aprovisionamiento de ésta para el proyecto. Se decidió entonces la Maderarca, una empresa que tendría la ventaja adicional de concurrir al mercado y obtener ganancias. Pero como la empresa no podría quedar al arbitrio de un grupo de expertos, se creó una superintendencia a la que se denominó la Superarca.

A los veinte días s e descubrió un gigantesco robo de materiales en la Superarca, que ya para entonces disponía de 12.000 empleados. Para evitar nuevos desfalcos se creó una gerencia de control, de la que se responsabilizó un funcionario muy honrado, y a la que se denominó Gerarca. El gerente despidió a 2.000 empleados con la colaboración de los 5.000 que contrató. Pasados veinticinco días del encuentro del Rey con Dios, la maderarca había producido dos millones de pesos en ganancias, superadas ligeramente por las ganancias obtenidas por la Superarca en las fincas de apoyo que mantenía para contribuir al Proyecto.

Mientras tanto, el viejito olvidado por los sabios y expertos, fue a la capital por recursos para continuar con su labor. Pero allí se enteró de que el dinero, que inicialmente le habían asignado, había sido trasladado al Departamento de Relaciones e imagen - Imarca -, responsable de la imagen publicitaria del Proyecto.

Se presentó entonces donde el Virrey, que por esa época había sido nombrado Presidente de una compañía subsidiaria, la Comarca, encargada de la comercialización de productos.

Al presentar sus argumentos fue acusado de oponerse al sistema Proarca, controlado por computadores. El Virrey, con suerte, pudo evitar ser detenido por oponerse a la programación.

Cumplido el plazo, el Rey fue llamado nuevamente por Dios. “Y el arca”, preguntó Dios. “Señor, tienes que darnos quince días más. Tenemos 25.000 hombres trabajando día y noche en el Proyecto. Aún no hemos comenzado el montaje, pero aprovechando la versatilidad de los expertos hemos logrado obtener buenas ganancias”. Contestó el Rey “Muy bien, accedió Dios, no sin antes alertarlo a “tener el arca concluida dentro del nuevo plazo”.

De regreso al Palacio, el Rey convocó a sabios y expertos y determinó que la Comarca apresurase su labor. Para tal efecto fue instituido un Comité Interinstitucional. Se trabajó sin descanso y, pasados diez días, se contaba ya con la estructura del arca; a los doce días se perfilaba la proa; a los trece la popa. A los catorce días, el Coordinador, en una ceremonia ampliamente cubierta e ilustrada en la “Gaceta”, inauguró la puesta de la primera tabla.

Al día siguiente se enteró el Rey de que sería necesario solicitar un nuevo desplazamiento de diez días para la entrega del arca. Y, quien contra su voluntad, no tuvo más remedio que acudir al cielo para tal propósito. Sin embargo, Dios no le recibió. Le envió un Santo, quien le comunicó la mala noticia: “No habrá aplazamiento. Dice Dios que ya le dio suficiente envío para cumplir el compromiso”.

De regreso a su Reino, el Rey empezó a sentir una llovizna que poco a poco se convirtió en una fuerte lluvia. Pasados tres días seguía lloviendo. El Gran Salón Dorado estaba inundado, así como todo el país. La gente, desconcertada, tenía el agua hasta la cintura.

Estaba reunido el Rey con sus sabios, técnicos y expertos para analizar tal situación, cuando uno de ellos divisó, a través de una ventana, una pequeña mancha que asomaba en el horizonte. Era un barco, ¡Un arca! “¿Y esa Arca?”, preguntó el Rey, “¿Quién es el dueño? Era el anciano Noé, quien en su Arca, sólo llevaba animales. Pasó lentamente frente a ellos, mientras el Rey, los ministros, los sabios y técnicos, continuaban reunidos, con el agua al cuello, buscándole una solución al problema.

4/24/2007

FRASE DEL MES







“No des tantas vueltas para encontrar lo que es gratuito: reclama felicidad.”